Habitualmente paso
mis vacaciones en esta zona por lo que aprovecho para explorar las múltiples
pistas y cortafuegos que surcan los montes entre las dos
provincias.
En esta
ocasión relataré una de las travesías que tengo preparadas y que refresqué la
pasada Semana Santa.
Comencé la ruta en el pueblo burgalés de Arija,
reconocido por su fábrica de arena y las playas del Pantano del Ebro. Desde aquí
y en esta ocasión por asfalto llegué al pueblo cántabro de Llano donde
comenzaron las pistas.
Entre bosques y prados comienza la ascensión por una pista de tierra muy
bien conservada y sin ninguna dificultad.
Comenzando entre bosques
con buen piso y sin dificultad.
Poco después,
para darle mayor aliciente al asunto dejamos la pista principal y tomamos un
pequeño cortafuegos que enlaza con otro mucho mayor, éste ya con una pendiente
en subida considerable, lo que unido al barro existente contribuyó a incrementar
el interés del tramo. Pero lo mejor esta por llegar, una vez ascendido el
cortafuegos hay que bajarlo hacia la otra vertiente, con una pendiente mayor si
cabe; aquí si que hay que pensárselo si uno va sólo.
En
esta zona son frecuentes los cortafuegos, que recorren grandes extensiones de
terreno.
Siguiendo la ruta
atravesamos pequeños pueblos ganaderos y nos
dirigimos al Pico Bigüenzo (1.268 metros), lugar donde habitualmente
suelo ir para hacer radio ya que es una de las cotas accesibles más altas que
conozco por ahí.
La
pista que baja hasta Bustillo del Monte está bastante rota pero su trazado no
presenta ninguna dificultad.
Bustillo del Monte.
Se trata de un pequeño pueblo
agrario de la provincia de Cantabria al que se accede bien por pista, bien por
una carretera asfaltada muy estrecha y revirada.
A partir de aquí y hasta llegar
al monasterio de Montesclaros, viene un tramo de carretera de unos dieciocho
kilómetros, sin ningún interés. Al llegar al monasterio cogemos una pequeña
carretera que nos lleva hasta el apeadero del tren, hoy en día en desuso pues
pertenece a la línea de la Robla ya desaparecida. Debemos subir al andén y desde
aquí cruzar las vías para coger una
pista bastante húmeda que aunque no es difícil nos puede hacer disfrutar, sobre
todo si vamos con tracción trasera.
Comenzaba a oscurecer en
el apeadero de Montesclaros (920 metros).
Viendo que se echaba la noche decidí dar por terminada la salida, el día siguiente volvería para finalizar el rutómetro.
Al día siguiente
regresé al punto donde lo había dejado, comenzando la ascensión a La Aguilera,
pueblo en el que se deja el asfalto para adentrarse de nuevo en pistas y
cortafuegos.
Aunque
las pistas son buenas siempre hay algo que nos llama la
atención............
Ya no saben que hacer para
impedirnos el paso.
En el
camino de regreso a casa nos encontramos con todo tipo de terrenos, pista en
buen estado, cortafuegos con magníficas vistas, ciénagas inmundas para vadear,
trialeras donde los palieres se ponen a prueba y finalmente asfalto en el
últiimo kilómetro para regresar a casa.
Aunque no se aprecie al
fondo está el Pantano del Ebro y el Puerto del
Escudo.