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Tomando como base la experiencia de la I
Kdd Kantabra, diseñamos una II Kdd mas asequible a todo tipo de vehículos,
pero sin olvidar lo que viene siendo la carta de presentación del 4x4 en
Cantabria: el barro. Recorrimos cientos de kilómetros durante el verano y
otoño previos, centrándonos en dos zonas que por su pluviosidad nos iban a
garantizar la presencia de barro cualesquiera que fuesen las condiciones
previas al puente de la Constitución de Diciembre, que fue la fecha elegida
en esta ocasión.
El Viernes con la mayor
parte de los participantes ya en Cantabria, organizamos una cena, preludio
del buen ambiente que íbamos a disfrutar durante todo este puente. Las
condiciones ideales se daban, había llovido e incluso nevado abundantemente
durante las dos ultimas semanas y habíamos conseguido formar un grupo muy
homogéneo, que como principal característica estaban su buen humor y
disposición a superar lo que se pusiese por delante.
El Sábado, en caravana, recorrimos un largo
enlace por carretera para acercarnos desde nuestra base de operaciones
situada en Selaya, al Pantano del Ebro, la primera de las zonas elegidas en
esta cita. Un bosque milenario con roderas de barro y mucha humedad, nos dio
la bienvenida y empezó a poner color verde intenso a la concentración. Los
caminos no se encontraban tan encharcados como las lluvias previas nos
habían echo creer, pero fue suficiente para que algunas dificultades
hicieran aparición. La primera y mas aparatosa fue el desllante de un
vehículo en una trialera estrecha en subida. Se pudo subsanar con un hi lift
y la colaboración de varias personas. El resto de los coches fueron subiendo
con mayor o menor esfuerzo, mas complicado, eso si, para los que vienen
detrás. Mas adelante hicimos una parada obligada para la comida, en la que
se respiraba ambiente prenavideño y los turrones y polvorones compartían
lugar con viandas de todo tipo. Allí nos dimos cuenta de que un compañero
tenia una avería en su embrague según la cual no podía cambiar o usarlo en
marcha, la bomba hidráulica había dicho basta.
Con el Sol bien brillante, y como objetivo
el acabar el tramo restante aun de día, reanudamos la marcha. En unos
escasos 100 metros llegamos a la zona "interesante" del camino, un tramo de
poco mas de un kilómetro en el que las roderas profundas y una bañera con
escalón de salida nos iban a entretener mas de la cuenta. El primer coche,
rugiendo afronta el tramo y en la zona final donde las roderas tienen una
profundidad importante se queda sin poder continuar...el barro ha ido
frenándolo y el rescate tiene una pinta fea. Decidimos usar una salida
alternativa para acercar un coche hasta allí y poder tirar para rescatarlo.
Luego le llega al turno al segundo coche y no logra pasar del mismo sitio, y
en un nuevo intento se queda en una posición comprometida totalmente cruzado
y muy inclinado. Rescatamos desde el mismo sitio que al primero y vamos
destaponando la pista, para que vayan subiendo los demás coches. Ninguno
consigue pasar de ese punto si no es con ayuda de la eslinga. Por ello,
decidimos desviar los coches por el paso lateral y seguir hasta terminar en
el pueblo cercano.
Como aun disponíamos de luz suficiente nos
acercamos a otro tramo que prometía tener emoción y que nos acercaba mas
hacia la N 623, carretera que teníamos que tomar para nuestro regreso a
Selaya. Resulto algo mas light de lo esperado, debido a la anormal sequedad
del terreno. Ahora pienso que el estío tan largo e intenso que hemos tenido
este año 2003 dejo la tierra tan yerma que todo el agua caída solo sirvió
para ser absorbida inmediatamente. Con ese pesar en el corazón, regresamos
a nuestros hoteles y quedamos para cenar ya todos los participantes y con un
buen montón de anécdotas.
El Domingo amaneció igualmente despejado, y no
teníamos que recorrer demasiado asfalto para empezar la ruta. Una vez que
llegamos a la pista con sus primeras rampas, agradecí que la tierra no
estuviese demasiado húmeda, ya que las fuertes inclinaciones con aquel piso
de arcilla habrían sido imposibles hasta para un coche oruga. Se trata esta
de una ruta con un desnivel importante ya que comienza en 200 metros y
llegamos a los 1100 de altitud. Fuertes pendientes, carente de vegetación
alta y con unas vistas impresionantes. Hubo un momento en el que la rampa
que afrontábamos por su longitud e inclinación asusto a mas de un
participante. Pero todos poco a poco pudieron llegar a la cumbre y punto mas
alto de la ruta. Una trialera que fue necesario pasar con las indicaciones
de uno de nuestros amigos, puso la nota final a la mañana, antes de que
pusiésemos rumbo al restaurante donde nos esperaba un cocido montañés y un
cabrito asado de rechupete. Mencionar que el ambiente fue tan distendido,
que iniciamos una discusión amigable por las emisoras sobre las bondades del
cabrito y las del lechazo. Hemos convenido en hacer una ruta por Valladolid
para corroborar las excelencias del lechazo.
Por la tarde nos fuimos a las pistas de
Renedo, donde las maquinas trabajando toda la semana y la lluvia habían
esculpido una pista muy embarrada. Según íbamos subiendo hacia la pista
central, advertimos que había mucho barro y ya se comentaba el echo por las
emisoras. Una vez arriba y a un ritmo constante llegamos los primeros coches
hasta el comienzo del infierno de roderas y bañeras profundas. Se había
fragmentado el grupo y ya teníamos gente trabajando en rescatar coches en
diversos puntos....la noche iba cayendo y el ambiente que se respiraba era
de Camel Trophy. Me di cuenta que había que imponer algún tipo de ritmo ó
cadencia al grupo, así que comenzamos a organizar una pauta para cruzar la
primera gran poza, la madre de todas las pozas. Una vez que tuvimos a la
mayor parte del grupo a salvo, llegamos a la dramática parte final. Cuando
me aproxime andando, había varios coches atascados y a lo largo de las
siguientes dos horas solo conseguimos cambiar los coches protagonistas por
otros, pero seguíamos teniendo el mismo numero enganchados.
Se hizo necesario estudiar una nueva
estrategia y liberar la pista para que con mucha inercia lograsen pasar los
de atrás. Al filo de las 11 de las noche, el ultimo coche rugiendo y pegando
unos saltos impresionantes llegaba a "tierra firme".
Al poco rato se oye, ¿quien ha perdido un tubo
de escape?....¡ostras...es el mío!. Afortunadamente eso fue lo mas grave que
ocurrió, amen de la rebozada en barro de algunos de los allí presentes. La
Kdd había terminado, pero nos quedaba una cena opípara para recobrar
fuerzas.
En la cena, las sonrisas en los rostros de la
gente, fue mi mejor recompensa, cientos de horas de pistas, hoteles,
restaurantes, todo cobro sentido en aquel momento. Mi mas sincera
enhorabuena a todos los que perdieron la oportunidad de haber echo otra cosa
en ese puente y se vinieron casi a ojos cerrados hasta la Tierruca.
Confiaron en nosotros y espero que no se vieran defraudados.
¿Te vas a perder la III?.
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